“El mundo se hace visible cuando uno cambia de hábitos” Hector Abad
Abriendo Caminos significa un punto de encuentro entre mi experiencia AIESECa y mi carrera profesional enfocado a generar un impacto en las personas que actualmente se encuentran en niveles de pobreza extrema en nuestro país
Teniendo claro lo anterior y tras un gran evento de apertura me disponía a volver a mi ciudad, volver a mi familia y volver a mis amigos; básicamente sin ningún tipo de choque cultural sentía que mi estilo de vida y mi forma de pensar no se iba a modificar demasiado. Sin embargo, desde que llegué a la ciudad esta experiencia, bajo distintos escenarios, ha cambiado considerablemente mi perspectiva sobre el alcance del proyecto en mi desarrollo personal y profesional.
Estar en el mismo lugar y tener contacto directo con personas de otros países, personas que a pesar de su realidad no pierden la esperanza de un futuro mejor, personas que ya perdieron esa esperanza, personas escépticas a una ayuda y personas increíblemente apasionadas y comprometidas a una dura y complicada realidad de nuestro país; definitivamente ha hecho que mi forma de pensar cada día adquiera diferentes matices que me permiten presenciar una realidad deprimente de miles de personas, así como también, me permiten plantear soluciones más efectivas haciendo valer mi peso como profesional, como agente de cambio y sobre todo, como alguien que entiende que es necesario encontrarse de frente con la realidad de otros para descubrir que el mundo no es sólo como yo lo pienso.
Colombia: Abriendo caminos y cambiando opiniones
Un corto período para una gran experiencia, así empieza el resumen de mi estadía en Colombia. ¿Qué decir de un país tan mal visto en el escenario internacional? Realmente representa el villano latinoamericano o sólo es un imagen mal moldeada en un estereotipo repleto de prejuicios de la gente que no lo conoce?
Muchas preguntas me hicieron pensar en porqué elegir el país de la “violencia” como posible destino de intercambio entendiendo la palabra intercambio como aprendizaje, cambios de experiencias, conocimientos y porqué no decir subjetividades del propio “yo” que pueden ser cambiadas y/o simultáneamente cambiar al “otro”. De ahí que sin duda, había elegido la mejor opción para un posible quiebre de paradigmas.
La primera sensación en cielos colombianos era de lo mejor, miedo de lo desconocido y aún en tierras colombianas encontré una calurosa recepción, y siguió así hasta el fin de la conferencia realizada por AIESEC y Acción Social aportando a mi experiencia un conocimiento certero de la realidad que se vive en este país y el sentido de lo que significa creer en Colombia. Finalizado el evento, cada entrenado siguió su destino; el mío: Bucaramanga.
Conocer la “ciudad de los parques” representó un marco muy grande en mi visión internacional, de relacionar Colombia con violencia. La capital santandereana sin duda es un sitio tranquilo, bonito por sus parques, gente y con mucho para enseñar a todos los encantos de esa tierra tan desconocida por sus bienes.
Venimos con el intento de cambiar, de intentar ayudar a mejorar la situación de los desplazados y en pobreza extrema. El evento de apertura nos mostró que cambiar si es posible, sin embargo, al final, somos nosotros quienes terminamos más transformados por el intercambio. Por fin, no hay como no enamorarse de esa tierra hospitalera y de las personas tan amables, siempre dispuestas a ayudarte en lo que necesites. ¿Si Colombia es pasión? Yo ya tengo mi opinión… “ ¡El riesgo es querer quedarse!
Un corto período para una gran experiencia, así empieza el resumen de mi estadía en Colombia. ¿Qué decir de un país tan mal visto en el escenario internacional? Realmente representa el villano latinoamericano o sólo es un imagen mal moldeada en un estereotipo repleto de prejuicios de la gente que no lo conoce?
Muchas preguntas me hicieron pensar en porqué elegir el país de la “violencia” como posible destino de intercambio entendiendo la palabra intercambio como aprendizaje, cambios de experiencias, conocimientos y porqué no decir subjetividades del propio “yo” que pueden ser cambiadas y/o simultáneamente cambiar al “otro”. De ahí que sin duda, había elegido la mejor opción para un posible quiebre de paradigmas.
La primera sensación en cielos colombianos era de lo mejor, miedo de lo desconocido y aún en tierras colombianas encontré una calurosa recepción, y siguió así hasta el fin de la conferencia realizada por AIESEC y Acción Social aportando a mi experiencia un conocimiento certero de la realidad que se vive en este país y el sentido de lo que significa creer en Colombia. Finalizado el evento, cada entrenado siguió su destino; el mío: Bucaramanga.
Conocer la “ciudad de los parques” representó un marco muy grande en mi visión internacional, de relacionar Colombia con violencia. La capital santandereana sin duda es un sitio tranquilo, bonito por sus parques, gente y con mucho para enseñar a todos los encantos de esa tierra tan desconocida por sus bienes.
Venimos con el intento de cambiar, de intentar ayudar a mejorar la situación de los desplazados y en pobreza extrema. El evento de apertura nos mostró que cambiar si es posible, sin embargo, al final, somos nosotros quienes terminamos más transformados por el intercambio. Por fin, no hay como no enamorarse de esa tierra hospitalera y de las personas tan amables, siempre dispuestas a ayudarte en lo que necesites. ¿Si Colombia es pasión? Yo ya tengo mi opinión… “ ¡El riesgo es querer quedarse!
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